Historias Urbanas (2)

El Hotdogsero Fantasma de las Ciudadelas del Sur

Luego de una ronda de Sábado por la noche de alcohol, cigarrillos y otros menesteres, prestos a regresar a sus casas, alguno de ellos se imaginaba que bueno sería comer algo antes de dormir, pero no había nada en el desolado camino que él y sus amigos se habían trazado a pie para llegar a sus respectivos hogares.

Luego de algunos pasos y unas cuantas esquinas dobladas todos vieron como a lo lejos aparecía como una visión una carretilla cuyo único foco alumbraba toda la cuadra, su luz blanca estremecía los ojos y no se diga el carrito perfectamente pulcro pintado de su luz, esto acompañado de un terrible rechinar producto de la fricción de las pequeñas llantas contra el pavimento por el uso y el abuso de quien empujaba el artefacto. El "wacho" que lo empujaba era un flaco cualquiera vestido de blanco como haciendo juego con la brillante luz y el carrito, guardaba celosamente el buen tesoro del caminante errante: Unos pequeñitos hot-dogs, el precio hablaba del tamaño de dicha golosina solo $0.25, que país tan generoso, aun con $0.50 puedes disfrutar de un hot-dog y una gaseosa pequeña.

Atacaron sin pensarlo dos veces, atacaron sin saber lo que el misterioso vendedor de hot-dogs guardaba luego para ellos, mientras más disfrutaban del sabroso "sanguchito" una sonrisa perversa pero discreta invadía al misterioso wacho, ninguno de ellos sabía a lo que estaban expuestos desde ese momento.

Con mucha satisfacción luego de que extrañamente solo con ese pequeño hotdog se sintieron muy llenos pagaron y siguieron su camino, unos cuantos pasos más allá a uno de ellos se le ocurrió mirar hacia atrás y cuando lo hizo un escalofrio le recorrió toda la columna vertebral y quedándose estático y boquiabierto, un compañero lo regresó a ver y le dijo: Qué te pasa hombre!! ... y él le respondió ... El hotdogsero desapareció!!, efectivamente, y ante la mirada absorta de todos, la luz se había extinguido, la cuadra se volvió lúgubre el rechinar ya no fastidiaba, ni carro, menos wacho ... qué pasó!! pero si hace 10 segundos que apenas emprendimos el camino!! -se preguntaban entre ellos- paniqueados todos hicieron pasos-dobles para llegar al destino de inmediato ... hablamos!!

Pasó el tiempo y en otra ocasión, tal vez lejana a la anterior y tal vez luego de alguna reunión o rato de ocio, la extraña aparición ocurrió pero esta vez ya no dolía, ya no asustaba, era mas bien de asombro pero de bienestar, se acerca la ex-víctima a consumir y ahora es el amigo, el alcaguete porque no solo sonríe el wacho sino que también existe en el que ya vivió la experiencia, una sonrisa cómplice, le invade ese sentimiento de maldad que hay en cada uno de nosotros y todo eso mientras saborea el mencionado y suculento hotdogcito.

Alcagueteria de saber que la nueva víctima que apenas llegaba y que consumia por primera vez en ese preciso momento no sabía lo que le esperaba.

Al final el gran tesoro del Hotdogsero Fantasma no son sus sanguchitos sino que quien prueba de ellos se topará siempre en el camino con el "wacho" y su carrito y lo más interesante de todo esto es que nunca sabrás ni la fecha ni la hora ni el lugar en que te lo encuentres. Dicen que lo han visto por el "labra que labra", o por el "mastique de nicolás", o por la iglesia de la saiba, también por "kabuto's" en la guayasur por el deprati sur, o por la farmacia "adelita" en la pradera ...

La próxima vez que lo veas en tu camino sonríe con el wacho para que así más personas conozcan la leyenda del Hotdogsero Fantasma y su misterioso transitar